A pleno sol íbamos la pandilla
hacia nuestra cabaña oculta entre pinos
que subíamos hasta la última rama
preocupados por si los del pueblo la habían roto
tal vez porque veníamos de destrozar la suya
Qué disgusto ver los palos por el suelo
Enseguida decidimos buscar otro buen sitio
dificil de descubrir
por colinas y valles nunca vistos
por caminos de tierra
con sensación de gran libertad
Entonces los vimos
por la montaña del castillo jugando
Oíamos sus voces sus gritos
Nos acercamos con cuidado
recogiendo piedras adecuadas
Uno nos vio desde allá arriba
-A que no me dáis a que no me dáis
Lanzó uno de nosotros
tardó mucho en caer
ya estaba diciendo no me has dado
cuando se oyó un sonido claro Clock
-Me ha roto el reloj me ha roto el reloj
Nos fuimos corriendo entre risas
Había un lugar al que nos gustaba ir
cruzando el rio y un bosque sin sendas
un prado verde brillante en el que nos sentábamos
con pinos grandes y enmarañados
Volvíamos la vista atrás por si nos seguían
por eso nos sorprendió que de los matorrales
saliera uno rápido
llevándose la bolsa de la merienda
de uno de los nuestros
que salió tras él como un rayo
Persiguiéndole muchísimo rato
cada vez lo tenía más cerca
vimos perderse sus siluetas por el horizonte
Volvió sonriente con su bolsa en la mano
diciendo ha sido la carrera más larga de mi vida
Entonces llegó un mensajero a decirnos
que nos veríamos en las afueras para pelear
Llegamos primero
cerramos el camino hombro con hombro
con escudos y palos
Ellos tenían que bajar una gran cuesta
Eran muchos.Todos los niños del pueblo
armados hasta los dientes
como el gran mordisco que un amigo nos enseñó
Cogieron tanta velocidad con la pendiente
y gritaban tanto
que corrimos hasta el final del camino
Allí teníamos una catapulta
con un montón de grava
Una lluvia de piedrecitas cayó por todas partes
Eso les desorientó y pudimos refugiarnos
en el corral de un amigo
Subimos a la terraza,nos provocaban
-Bajar si podéis
-Subir si queréis
Uno nos apuntó con un rifle
hecho con un palo una pinza y una goma
lanzaba ganchos de hierro que hacían daño
pero se dio a sí mismo
y empezó a chillar y a llorar
No parábamos de reir
Estuvimos tirándonos piedras
horas y horas hasta que se fueron
Y hablando de las aventuras de ese día
se hizo de noche con los campos extraños
Quedamos mañana como siempre pronto
en la plaza de la fuente con las bicis
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